Sabemos que Ella, la Madre, está siempre a nuestro lado, echándonos una mano cuando lo necesitamos, manteniéndonos firmes en los momentos de flaqueza, orientándonos cuando estamos desorientados… ¡Qué alegría tan inmensa poder sentirnos siempre protegidos por María! No dejemos de acudir a ella en todos los momentos. Nos espera con sus brazos abiertos para que sintamos su amor maternal.
A menudo se nos llena la boca diciendo que amamos a Dios y a los hermanos para auto convencernos a nosotros mismos de que estamos