En las relaciones humanas el respeto al otro es clave para conseguir el respeto mutuo. Pero más que ese respeto a los demás debe ser tenido en cuenta el respeto que cada uno se tiene a sí mismo. Es necesario que seamos coherentes y actuemos conforme decimos creer, pues de esta forma los otros comprenderán que somos consecuentes con nuestra fe y, por tanto, no jugamos al engaño, sino que somos gente de fiar. Es la mejor manera de ser respetados.
A Dios debemos alabarle siempre. Con nuestros actos, en los que queremos demostrar nuestro amor hacia Él, y por eso intentamos realizarlos respetando sus enseñanzas.