Señor, ayúdanos a distinguir la felicidad verdadera de la que es solamente ficción. Para vivirla como Tú quieres que la vivamos. Para transmitirla a quienes nos rodean. Porque a ellos también les pertenece. Esa felicidad que no está hecha de placeres mundanos, sino de alegría por ser humildes seguidores tuyos y por aportar algo de bondad a este mundo. Por intentar cumplir con tus enseñanzas. Sabemos que no es preciso esperar a la otra vida para ser feliz. Por eso necesitamos que nos ayudes, día tras día, a sentir el gozo de serte fieles. Para empaparnos de la dicha de ser amigos tuyos.

Jesús nos dejó a su madre por madre nuestra. Está siempre dispuesta a escucharnos para ayudarnos en nuestras necesidades. Acerquémonos a ella sin miedo. Como