De poco nos sirve ser muy instruidos y sabios en temas religiosos si no llevamos a la práctica de nuestra vida diaria las enseñanzas del evangelio. Porque lo importante en un cristiano no se mide por el grado de sabiduría humana, sino por la intensidad con la que vive la fe. Aprender está bien, pero no sirve de mucho si falta lo esencial, que es vivir con fidelidad a Jesús y a lo que nos enseña.
Podemos, con los ejemplos de nuestras vidas, ser cualquier cosa menos aquello que debemos ser, que es ser semilla que nace, crece y da frutos