La conciencia buena nos produce paz, interior y exterior, si actuamos conforme es nuestro deber como creyentes. Además de eso, nos sentimos alegres hasta tal punto que somos capaces de superar los contratiempos y malos momentos que aparentemente pudiera traernos el obrar correctamente. Si tenemos una buena conciencia, no podrá hacernos daño nada. Porque será mucho mayor la alegría que brote en nosotros que todos los sufrimientos que nos puedan ser causados.

No es admisible practicar la caridad con tristeza. Ni con desgana. Ni por compromiso social. Hay que poner en ello alegría, ilusión, entrega. Porque eso