Somos tentados a hacer lo que nos gusta y huimos de aquello que conlleva sacrificio. Preferimos la comodidad al esfuerzo y lo placentero a lo que causa dolor. Pero nuestra obligación como creyentes es no hacer caso a nuestros caprichos e intereses sino intentar obrar con justicia, buscando siempre el bien. Si hacemos esto, nos sentiremos mucho más felices.

Mirar al cielo, sí. Porque es donde queremos ir. Para estar con Dios. Para gozar con él eternamente. En la conmemoración de la Ascensión del