La vida de un cristiano no se entiende sin la oración. Es la fuerza que sostiene la fe. Siempre. En los momentos de debilidad nos ayuda a mantenernos firmes y no caer. Hace posible que tengamos un poder extraordinario para llevar a cabo acciones que nos parecen imposibles. Nuestras fuerzas son muy limitadas, si actuamos solamente con criterios humanos. Pero si nos apoyamos en la plegaria, no hay nada que se nos resista.
Dios es Padre misericordioso en grado infinito. Está dispuesto a perdonar siempre, por muy grandes que sean nuestras infidelidades. No tengamos, pues, nunca miedo de