A Dios debemos alabarle siempre. Con nuestros actos, en los que queremos demostrar nuestro amor hacia Él, y por eso intentamos realizarlos respetando sus enseñanzas. Pero también hemos de alabarle con nuestros labios, pronunciando sus plegarias de agradecimiento o de petición. Con expresiones que salgan de lo más hondo de nuestros corazones. Y si nuestras palabras van acompañas de las notas musicales, aunque no seamos buenos cantores, seguro que tendrán doble fuerza. Cantar oraciones al Señor es siempre hermoso.
Desde los comienzos de la historia del cristianismo se ha venido insistiendo en que el amor es el mandamiento esencial que Cristo nos ordenó practicar