La libertad de los hijos de Dios está en obrar en conciencia, en ser buenos con todos, en no buscar más que el bien de los que nos rodean, conforme Cristo nos ha mandado. Quien no obra así, no puede considerarse libre, sino esclavo, y no será capaz de disfrutar de la paz que da la conciencia del que obra correctamente, sin odios ni rencores.

Los adelantos que la técnica pone a nuestra disposición pueden causar mucho daño. También pueden contribuir a mejorar nuestro bienestar personal y comunitario, si somos