A veces nos comportamos como malos hijos de María. Creemos que alejándonos de ella estaremos más libres y seremos más felices. Craso error. Porque esa libertad y felicidad que intentamos encontrar lejos de la Madre no son tales, sino señuelos que nos esclavizan y nos hacen vivir insatisfechos. Mejor nos irá estar a su lado, quererla y pedirla que nos ayude a ser mejores. Ella lo hará, porque nunca abandona a sus hijos. Siempre está pendiente de nosotros.
¡Cuántas veces no nos atrevemos a dar determinados pasos, en la línea evangélica, porque nos atenazan los miedos a lo que puedan decir o pensar