Las buenas obras que hagamos, que sean en silencio. Sin testigos. Sin alharacas. Que no sepa nuestra mano derecha lo que hace la izquierda. Anunciar a bombo y platillo que damos una limosna, o que ayudamos a resolver un problema, no está bien. El bien que se hace calladamente es el que tiene auténtico valor. Ante Dios y ante nuestras conciencias. Es lo que debe importarnos.

¿De verdad queremos ser buenos cristianos? Un paso de gigante para avanzar en ello es mostrarnos más humildes. En todo. La humildad es renunciar: a