No nos cansemos nunca de obrar con bondad, pues es lo que Dios quiere de nosotros. Si así lo hacemos, estaremos inmunizados ante las muchas heridas que puedan causarnos. Porque quien hace el bien no percibe el dolor de los desprecios, las incomprensiones y los infundios. Tampoco siente el vacío que le puedan hacer. Protejámonos, pues, haciendo el bien, que esto es grato al Señor y a los hombres,

Vivir la fe de forma tibia, poco valor tiene. El cristianismo no es un regalo que se nos haya dado para disfrutar de él en