Para llegar a la plena unión con Dios, que se producirá tras dejar este mundo terrenal, debemos contribuir, con el esfuerzo del que seamos capaces, y con todo el amor posible, a transformar esta sociedad nuestra, para que sea capaz de vivir en la esperanza auténtica: la que nos convierte en hijos de Dios y hermanos de todos. Hay que caminar hacia el futuro viviendo con amor el presente.
Este mundo en el que nos ha tocado vivir sería mucho más humano si tuviéramos la valentía de tender puentes, en vez de construir muros,