Cada instante, no solo cada día, hemos de vivirlo como si fuera lo último que se nos concede. Del pasado, solamente podemos pedir perdón por lo que pudimos hacer y no hicimos o por los errores que cometimos con nuestras meteduras de pata. El mañana no existe, por lo tanto, prescindamos de él y limitémonos a vivir cristianamente cada segundo, conscientes de que en cada tic tac nos jugamos nuestro futuro.
El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio del amor total de un Dios que busca el bien de todos y cada uno de