Estar en paz con Dios es vivir con alegría la fe del Evangelio. Esto no es posible ocultarlo. Porque se transmite a los demás automáticamente. No se enciende la luz para que no alumbre, sino para que ayude a ver con claridad lo que nos rodea. El creyente que es fiel a su fe irradia en su entorno una claridad de la que pueden beneficiarse todos los que la ven. Esa debe ser nuestra aspiración: que demos testimonio de lo que somos. Que vean que seguimos al Maestro.
Los amigos de verdad, no los interesados por cualquier motivo, ayudan siempre en los momentos más difíciles, logrando que éstos resulten más llevaderos. Pero tener