Mucho más fácil resulta acercarnos a los otros, para brindarles nuestra amistad, si lo hacemos mostrándoles la sonrisa sincera que nos lleva a despojarnos de nuestro egoísmo, reconociendo que el otro es más importante que el yo. Hagamos amigos protegiéndolos con el cariño que brota de un corazón que busca hacer bien y no aprovecharse de nadie sino ayudar desinteresadamente.

Cuando oramos, estamos más en contacto con Dios. Nos entregamos más a Él y nos identificamos con su mensaje. Un creyente en oración tiene fuerzas