La santidad está reñida con la tristeza. Por eso, en las vidas de los santos siempre encontramos que vivían con gozo sus esfuerzos, sufrimientos y cansancios. Incluso cuando entregaban su vida por Dios, lo hacían valientemente y en muchas ocasiones, cantando. Porque ser santo es como vivir la celebración pascual, pensando que pronto nos encontraremos con el Señor que, tras padecer por nosotros, resucitó y nos está esperando.
Sin miramos dentro de nosotros mismos, ¿qué vemos? Nuestra vida discurre anodinamente, con pocas ilusiones en el horizonte y más preocupados por cosas banales que