Desde la humildad y el sometimiento total a la voluntad de Dios, María nos marca el camino que hemos de seguir, si realmente deseamos contribuir a que esta sociedad nuestra sea mejor. Ella llenará nuestras esperanzas, si la hacemos partícipe tanto de nuestras desventuras como de nuestras ilusiones. Alegrémonos por haber sido llamados a ser hijos de la Señora que nunca abandona a quienes acuden a ella.
Este mundo en el que nos ha tocado vivir sería mucho más humano si tuviéramos la valentía de tender puentes, en vez de construir muros,