Los santos nos llaman constantemente a seguir al Señor como Él quiere que le sigamos: sirviendo a los más necesitados. No hay otro camino si realmente queremos ser consecuentes con la fe que se nos ha dado gratuitamente. La voluntad de Dios es la que tenemos que cumplir, no nuestros caprichos e intereses. Aunque cueste, aunque resulte desagradable, aunque nos vaya en ello el prestigio e, incluso, la vida.

Por puro egoísmo y para auto disculparse, el hombre suele echar la culpa de sus desmanes, injusticias y daños que él provoca a Dios. También