Una sociedad deshumanizada, como la que está adueñándose de todo lo que nos rodea, nos exige que nosotros, los creyentes en Cristo, demostremos al mundo que sus problemas se resuelven con el amor a Dios. Un amor que nos lleva a amar al hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza del Dios misericordioso que busca nuestra felicidad aquí y en el otro mundo.
Se nos ha dado la fe no para que la tengamos como cosa propia, uso particular y gozo personal, sino para que las transmitamos a