Hay tantas cosas sobre Dios que no puedo comprender con mi mente humana que, en ocasiones, me entran dudas. Desearía saberlo todo, para ahuyentar de mí los miedos y las inseguridades. A lo mejor es que busco mi propia seguridad y me olvido de que lo que importa es amar a ese Dios que me amó tan locamente que entregó su vida por mí. ¿O es que no es esto motivo suficiente para no pensar en las dudas y creer firmemente que el amor a Él y a los hermanos es lo único que me debe importar?

Nos quejamos sin motivo. Quisiéramos que todo, en nuestras vidas, fueran comodidades, placeres, alegría y vivir bien. ¡Jesús, Señor nuestro, qué alejados nos encontramos de